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El clavo de la herradura

“Felizmente, los mejores planes para hacer el mal se pueden malograr por detalles providenciales e inadvertidos que se hacen sentir en su momento”.

La soberanía de Dios es y debe ser tan absoluta, que ni siquiera el comportamiento de un solo átomo o partícula del universo puede tomar a Dios por sorpresa, y quedar como un cabo suelto en el cumplimiento de Sus propósitos. Porque un solo cabo suelto puede dar al traste con nuestros planes y trazar a los acontecimientos un curso muy diferente al deseado. Es célebre la canción popular inglesa que dice: “Por un clavo se perdió una herradura; por una herradura, se perdió un caballo; por un caballo, se perdió una batalla, por una batalla, se perdió el Reino. Y todo por un clavo de una herradura”, utilizada como explicación de la derrota sufrida por el rey Ricardo III de Inglaterra en la batalla de Bosworth, en la que murió al ser vencido por Enrique Tudor, episodio inmortalizado por Shakespeare al poner en su boca, momentos antes de ser capturado al perder a su cabalgadura cuando ésta tropezó y cayó debido al desprendimiento de una de sus herraduras: “¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!”. Y el hecho es que, en la conspiración de la reina Atalía contra la dinastía de David a fin de exterminarla y cortar de este modo la línea de descendencia mesiánica que conduciría a Cristo, ella no contaba con que Dios controla hasta el clavo de la herradura que dio al traste con sus planes a través de Josaba y su esposo, el sacerdote Joyadá que ocultaron y criaron al niño Joás hasta al momento oportuno para nombrarlo rey: “Luego sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona, le entregaron una copia del pactoy lo proclamaron rey…” (2 Crónicas 23:11-13)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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