El ser humano puede, en ejercicio de su propia inteligencia y su capacidad inherente y suficientemente demostrada de diseñar asombrosas estructuras complejas y funcionales como las que la cultura humana conoce; descubrir también el diseño inteligente que reflejan las estructuras igualmente funcionales del universo y de la naturaleza que denotan la presencia de una Inteligencia superior detrás de su diseño y que no pueden, por lo tanto, ser un producto del azar o de la necesidad si de ser razonables se trata, con apego al cálculo de probabilidades y a las ciencias estadísticas que niegan tajantemente que este universo y este pequeño planeta azul especialmente apto para sostener la vida, puedan ser un producto del azar o de la necesidad, sino que deben haber sido diseñados por esa Inteligencia superior que los creyentes designamos como Dios. David lo da a entender así cuando declara: “«Todo esto —dijo David— ha sido escrito por revelación del Señor, para darme a conocer el diseño de las obras»” (1 Crónicas 28:19). En efecto, la Biblia afirma que las estructuras del universo físico y de las creaciones humanas, como por ejemplo el santuario del desierto o el templo de Salomón, son una “copia y sombra” (Hebreos 8:5), es decir un pobre reflejo de los diseños divinos que se hallan en el mundo espiritual, que son los verdaderos, llevando a un creyente y científico del nivel de Juan Kepler, quien formuló las leyes que rigen los movimientos planetarios a declarar, admirado y conmovido: “Oh Dios, nosotros pensamos tus pensamientos después de ti”
Diseño inteligente
“Dios es el Diseñador Inteligente por excelencia de todo lo que existe y lo único que la ciencia hace es descubrir Su diseño e imitarlo en lo posible”
Deja tu comentario