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Día y noche Tu mano pesaba sobre mí

"Entre más tiempo nos tardemos en reconocer y confesar a Dios nuestros pecados pidiendo su perdón, más lamentable y lastimosa será nuestra condición”

La Biblia elogia al rey David diciendo que Dios lo consideró un “un hombre conforme a su corazón” (1 Samuel 13:14), no obstante lo cual, a pesar de ser un referente y en muchos sentidos un paradigma para los creyentes, su vida no estuvo exenta de pecado ni mucho menos. Lo cierto es que la Biblia afirma expresamente que la vida de ningún hombre, ni siquiera los más piadosos y renombrados en ella, como los patriarcas o los profetas, estuvo exenta de pecado, aunque la narración de sus vidas, como por ejemplo la del patriarca José o la del profeta Daniel entre otros, no señale ninguna falta en ellos, de tal modo que su carácter intachable e irreprensible parece rayar con la perfección. Pero a la luz de las declaraciones bíblicas sobre la universalidad del pecado que no respeta a ningún hombre, con la excepción de Cristo; es presumible que lo que sucede es que la Biblia no menciona los pecados de todos los personajes bíblicos, tal vez porque no tuvieron especial trascendencia, y no porque fueran absolutamente impecables. De hecho, uno de los rasgos a imitar de David es su disposición presta y honesta al arrepentimiento, compartiendo con nosotros su experiencia en el sentido de advertirnos para que no nos demoremos en hacerlo cuando corresponda y nuestra conciencia nos lo indique, para que no nos suceda lo que podría sucedernos, pues: “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí” (Salmo 32:3-4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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