El salmo 23 es, junto con el salmo 91, uno de los más queridos y a los que más frecuentemente recurren los creyentes para hacer referencia al cuidado y la protección de Dios sobre ellos, al punto de dar lugar en la tradición católica a prácticas que rayan con la superstición y la magia, como lo es colocar en un atril estratégicamente ubicado en la casa una Biblia abierta en cualquiera de estas dos conocidas porciones bíblicas para evocar así la protección y el favor de Dios sobre ellos, a la manera de un talismán. Sea como fuere y al margen de estas discutibles apelaciones a él, el salmo 23 es por excelencia el salmo que describe de la manera más consoladora y reconfortante el cuidado de Dios como Pastor sobre Su pueblo. Y si bien es cierto que cinco de sus seis versículos giran alrededor de la seguridad y placidez de los que, por Su gracia, disfrutamos cuando nos conduce a buenos pastos y nos rodea incluso de abundancia, no podemos pasar por alto el versículo 4 que declara: “Aun si voy por valles tenebrosos, no temeré ningún mal porque tú estás a mi lado; tu vara y tu bastón me reconfortan” (Salmo 23:4). Así, si bien ni siquiera en estas circunstancias se niega o pone en duda el cuidado pastoral de Dios sobre Su pueblo mediante su vara y su bastón reconfortantes, lo cierto es que esta declaración también nos recuerda que los creyentes no estamos exentos de tener que incursionar en valles tenebrosos, aflictivos y amenazantes, junto con la zozobra, la incertidumbre y los temores que estos pueden despertar, sin perjuicio de nuestra fe en Dios
Tu vara y tu bastón me reconfortan
"El cuidado de Dios sobre los suyos no siempre se refleja en la placidez y seguridad de los buenos pastos sino en Su protección en las dificultades”
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