Las noches pueden ser difíciles para quienes se encuentran pasando por circunstancias aflictivas, pues las preocupaciones se pueden fácilmente agolpar y acumular en la cabeza y llegar a pesar más de lo que pesan en el curso de las actividades del día. Job confesaba en su momento: “… me han tocado noches de miseria. Me acuesto y pienso: ‘¿Cuánto falta para que amanezca?’. La noche se me hace interminable; me canso de dar vueltas en la cama hasta el amanecer” (Job 7:3-4). Adicionalmente y sin que haya siempre una conexión tan estrecha y directa entre las preocupaciones y la incapacidad de dormir, el insomnio es de cualquier modo un desorden en la salud que afecta a más personas de las que podríamos imaginar, por lo que nunca podemos dar por sentado el reparador y siempre necesario sueño nocturno sin pensar siquiera en él y agradecerlo a Dios como corresponde, como lo hacía el rey David en medio de todas las vicisitudes que le tocó vivir: “En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8), como confirmación y complemento de su declaración previa en el mismo sentido cuando ya había dicho: “Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene” (Salmo 3:5). Dios es, pues, Quien nos permite vivir confiados y nos brinda paz, a pesar de todo, sin perder el sueño por los problemas que afrontamosy Quien nos sostiene a través de todas las vicisitudes que esta vida nos depara, permitiéndonos recobrar las fuerzas necesarias para afrontarlas con éxito
En paz me acuesto y me duermo
"Poder dormir en las noches y recuperar así nuestras fuerzas para afrontar un nuevo día es una de las bendiciones que Dios concede a los Suyos”
Deja tu comentario