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Segmentos

En la ley del Señor se deleita

"La Biblia es una fuente de deleite para quienes acuden a su lectura con disciplina y una actitud honesta, desprejuiciada, expectante y reverente”

El prólogo de los salmos es una promesa de dicha para quien actúa con justicia e integridad sin ceder a las tendencias e inclinaciones al pecado que prevalecen entre los paganos e incrédulos en este mundo caído: “Dichoso es quien no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los burladores, sino que en la Ley del Señor se deleita y día y noche medita en ella” (Salmo 1:1-2). Pero vivir una vida solventemente moral no es la única condición, y tal vez ni siquiera la principal, para disfrutar de la dicha prometida, sino también el estudio diligente, consecuente, esforzado y siempre deleitoso de la Ley de Dios. Deleitarse en ella implica deleitarse en Dios y, por supuesto, vivirla o ponerla en práctica actuando en todo con una conciencia limpia en conformidad con lo que Dios nos indica en Su Palabra. Pero este aspecto práctico presupone y demanda el estudio diligente y reflexivo de las Escrituras (es decir, meditar en ellas), en las que la Ley de Dios se revela, no sólo en lo que la tradición judía designa como La Torá o los cinco primeros libros de la Biblia que contienen los preceptos de la ley entregados por Dios a Moisés en el Sinaí (de ahí la designación de “Ley mosaica”), comenzando por los diez mandamientos; sino toda la Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento por igual en toda su extensión, pues la Ley de Dios se encuentra entretejida con el evangelio de la gracia a lo largo de toda ella en medio de todas las narraciones y estilos literarios contenidos en la Biblia, como la trama y la urdimbre del telar de la revelación divina

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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