El conocimiento por sí sólo no conduce a la fe, y en combinación con los prejuicios que ya se tengan hacia ella, puede contribuir más bien a distanciarse de ella. En el cristianismo Dios pide en principio obediencia y confianza antes que comprensión y examen crítico. Con todo, la prioridad que la obediencia y la confianza tienen en el cristianismo no eximen al creyente de cultivar también el conocimiento en su vida en aras de la comprensión posterior que debe emprender hacia sus propias creencias y dogmas de fe. Como lo decía Martín Lutero, sólo la fe salva, pero la fe no viene sola, pues trae detrás de ella, entre otros, un conocimiento y una visión más clara y completa de todos los asuntos relevantes de la vida humana. Es decir que, sin perder la prioridad, la fe debe llevarnos al conocimiento que caracteriza al creyente maduro que está en condiciones de presentar defensa de lo que cree. El conocimiento es, entonces, una consecuencia ineludible de la fe cristiana rectamente entendida y no propiamente la causa de ella. Pero el orden no debe invertirse: primero creer, para sólo después, comprender y ver con claridad, puesto que: “–¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? –le contestó Jesús” (Juan 11:40). Un orden que le brinda al creyente una agudeza intelectual que le permitirá alcanzar una visión de las cosas que no hubiera podido obtener al margen de la fe. Una fe que no sólo enciende el corazón, sino que también ilumina los ojos y el intelecto y que no debe excluir ninguno de estos aspectos, manteniendo el balance que el creyente debe guardar entre el sentimiento y el pensamiento, entre la pasión y la razón
Ver para creer o creer para ver
14 agosto, 2022
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“Pocos son los que logran ver para poder creer, pero todos podemos creer primero para descubrir que sólo entonces podremos ver”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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