Sectarismo

El sectarismo ha sido una de las tentaciones que más acechan al creyente inmaduro y fanático que ha hecho presa incluso de personajes tan ilustres como Josué cuando buscaba impedir que los ancianos Eldad y Medad profetizaran, simplemente porque no acudieron, como los demás, a reunirse con Moisés en la Tienda de reunión en el desierto, siendo reprendido por Moisés por esta causa: “Dos de los ancianos se habían quedado en el campamento. Uno se llamaba Eldad y el otro Medad. Aunque habían sido elegidos, no acudieron a la Tienda de reunión. Sin embargo, el Espíritu descansó sobre ellos y se pusieron a profetizar dentro del campamento. Entonces un muchacho corrió a contárselo a Moisés: −¡Eldad y Medad están profetizando dentro del campamento! Josué hijo de Nun, uno de los siervos escogidos de Moisés, exclamó: −¡Moisés, señor mío, detenlos! Pero Moisés le respondió: −¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!” (Números 11:26-29). Y entre los propios apóstoles, con Juan a la cabeza, hubo brotes de sectarismo que el Señor se apresuró a corregir: “-Maestro -dijo Juan-, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo impedimos porque no es de los nuestros. -No se lo impidan -replicó Jesús-. Nadie que haga un milagro en mi nombre puede a la vez hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor de nosotros” (Marcos 9:38-40), impidiéndonos, entonces, también a nosotros descartar a todos quienes honren a Cristo, únicamente por no estar con nosotros o con nuestro grupo