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Segmentos

Robando a Dios

“Robar no tiene que ver siempre con sustraer lo ajeno sino con negarnos a entregar lo que nos corresponde entregar a su dueño”

La práctica del diezmo ha sido siempre un flanco por el que los detractores de la iglesia y del cristianismo pueden atacarlo gratuitamente, con ligereza y mala intención, al acusar a las iglesias en general de ser negocios para esquilmar a los incautos y crédulos y a sus dirigentes de ser personas que quieren enriquecerse a costa de la fe cándida de sus miembros. Y aunque a lo largo de la historia esta descripción se pueda aplicar con justicia a un número significativo de iglesias del pasado y de la actualidad que deben, por tanto, ser denunciadas; esto no significa que todas, ni tampoco la generalidad de las iglesias, tengan estas características. Lo único que esto demuestra es que la naturaleza humana caída no respeta nada y puede llegar a convertir y a poner aun las mejores causas −como la causa de Dios en la iglesia− al servicio de sus intereses mezquinos y egoístas, pervirtiendo y corrompiendo incluso las mejores instituciones que la historia humana conoce, con la iglesia a la cabeza de ellas. Pero a despecho de los que así piensan, juzgando tal vez por su propia condición, lo cierto es que el apoyo económico para la iglesia por parte de sus miembros con sus diezmos y ofrendas es no sólo algo completamente válido y razonable, sino un mandato divino cuyo incumplimiento convierte en ladrones a quienes hacen caso omiso de él, como lo denuncia el profeta: “»¿Acaso roba el hombre a Dios? ¡Ustedes me están robando! »Y todavía preguntan: “¿En qué te robamos?” »En los diezmos y en las ofrendas. Ustedes… están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando” (Malaquías 3:8-9)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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