Puesto que: “Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice?” (Números 23:19), el hecho de que existan presuntas promesas divinas e incluso porciones bíblicas que anuncian promesas de las que los cristianos se suelen apropiar con ligereza, que no se cumplen finalmente, para su frustración y desconcierto; es un claro indicativo de que no provenían de Dios, sino que fueron un producto de nuestra imaginación delirante o, de ser bíblicas, no estaban dirigidas a nosotros en su formulación original, sino a otras personas o grupos humanos diferentes en un contexto histórico distinto. Por eso, más allá y sin perjuicio del trato personal de cada creyente con Dios, un buen criterio para determinar si una promesa se aplica a nuestro caso es ver si es una promesa de carácter temporal, es decir para un tiempo o periodo específico de la historia en que nos encontramos; o para la eternidad, pues el cumplimiento de estas últimas está garantizado ciento por ciento para todo creyente auténtico y es en relación con ellas que podemos estar seguros de que: “… Cristo se hizo servidor de los judíos para demostrar la fidelidad de Dios, a fin de confirmar las promesas hechas a los patriarcas” (Romanos 15:8), al punto que: “nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón, como garantía de sus promesas” (2 Corintios 1:22). En cuanto a las primeras, las promesas temporales, debemos, entonces, ser muy cuidadosos para no interpretarlas de manera equivocada sufriendo dolorosos desengaños al respecto.
Promesas seguras
2 diciembre, 2020
2 Lectura mínima
“Las promesas de Dios son absolutamente seguras. Y si no se cumplen es debido a que no eran de Dios o a que las malinterpretamos”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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