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Profecía o adivinación

“La profecía no es sinónimo de predicción. Por el contrario, la predicción no suele ser a veces más que censurable adivinación”

Una de las confusiones más comunes que tiene lugar en la iglesia es pensar que profecía es sinónimo de predicción, cuando, en realidad, un mensaje profético de parte de Dios para su pueblo debe contener tres elementos: edificación, animación y consolación, como lo revela el apóstol: “En cambio, el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos” (1 Corintios 14:3), siendo la predicción algo contingente y no esencial a ella. De hecho obsesionarse con la predicción, como sucede con una significativa proporción de creyentes en el contexto de las iglesias pentecostales y carismáticas enfocadas en la manifestación de los dones milagrosos del Espíritu Santo, incluyendo entre ellos el don de profecía; expone a los creyentes a ser engañados y caer bajo la influencia de la superstición y los demonios, siempre muy prestos a plagiar y distorsionar estos dones para desviar a la iglesia, como lo deja en evidencia lo vivido por el apóstol Pablo en Filipos: “Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: -Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación. Así continuó durante muchos días. Por fin Pablo se molestó tanto que se volvió y reprendió al espíritu: -¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella! Y en aquel mismo momento el espíritu la dejó” (Hechos 16:16-18). La auténtica profecía procede, pues, de Dios; pero la adivinación es producto de la actividad de los demonios y debe ser combatida en la iglesia.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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