La Biblia predice muchos de los eventos de los últimos tiempos. Pero la escatología, rama de la teología encargada del estudio de estos eventos, no tiene que ver propiamente con el futuro, pues la iglesia misma, desde su fundación, está viviendo los últimos tiempos. Por eso, el propósito de los pasajes predictivos en la Biblia no es la especulación que ha caracterizado a muchos grupos cristianos hasta desembocar en sectas de corte apocalíptico visiblemente apartadas de la realidad del momento y de la sana doctrina, sino exhortarnos a obrar cambios permanentes en nuestra vida actual que nos permitan estar siempre preparados para asumir de la forma más conveniente y provechosa ese futuro inminente que marca el fin de la historia como la conocemos. Se ha confundido inminencia con cercanía. Así, lo importante no es si el regreso de Cristo es cercano o lejano, sino que es inminente, porque puede suceder en cualquier momento, sin previo aviso. No es casual que el Señor no diera fechas para ninguno de los hechos predichos, con el fin de que estemos expectantes y preparados para su venida, pero no alarmados por su causa: “»Aprendan de la higuera esta lección: Tan pronto como se ponen tiernas sus ramas y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a las puertas… »Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre… Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen…” (Mateo 24:32-51)
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