Esaú, personaje proverbial asociado a la imagen del “plato de lentejas” por el que estuvo dispuesto a vender su primogenitura a Jacob, su hermano menor; ha llegado a representar a quienes se dejan convencer y comprar fácilmente para entregar algo de gran importancia que no suelen valorar como deberían, traicionando sus principios a cambio de una suma de dinero que nunca logrará compensar lo entregado a cambio. De hecho, el Nuevo Testamento se refiere a él en estos acusatorios términos: “y de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor” (Hebreos 12:16). El calificativo de inmoralidad tal vez se considere injusto a la luz de la venta de su primogenitura, pero es muy posible que aluda a su inclinación a relacionarse con mujeres paganas que también se le censura en el Antiguo Testamento. Ahora bien, en lo que tiene que ver con el señalamiento que se le hace de ser “profano”, esta palabra tiene diferentes acepciones, algunas más neutrales que otras, como cuando se aplica a objetos que son, simplemente, los que no sirven para usos sagrados, pero que en relación con las personas, indica, entre otros, la actitud de quien no demuestra el debido respeto y aprecio por las cosas sagradas ꟷen este caso, sus derechos de primogenituraꟷ, o al que es muy libertino y dado a las cosas del mundo, ambas aplicables a Esaú, y que sirve de paso como una gráfica advertencia para que los creyentes no imitemos, entonces, estas actitudes culpables que nos privan de la aprobación, el favor y la bendición de Dios sobre nuestras vidas
Por un solo plato de comida
“La vida humana es sagrada y no debemos convertirla en una feria de rebajas que termina profanando lo sagrado al ponerle precio”
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