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Política y paracaidistas

“Es preferible un incrédulo que gobierne con justicia que un creyente devoto gobernando sin la debida preparación y capacidad”

Gran parte de la iglesia cristiana evangélica hispanoparlante piensa, de manera ingenua y simplista, que para disfrutar de un gobierno justo y eficiente basta con elegir a un gobernante cristiano y nada más, con el agravante de que muchos de ellos creen, además, que si es un pastor de renombre y con carisma al frente de una “megaiglesia”, pues mucho mejor. Pero lo cierto es que el ejercicio de la política es una labor muy exigente que requiere de una preparación temprana y continua por parte de quien desee ejercerla de forma correcta, contando en el entretanto con la aprobación de Dios. Preparación muy diferente en muchos sentidos a la requerida para un ministro del evangelio, que sin dejar de ser también exigente, es de una naturaleza significativamente distinta a la que se necesita para la actividad política profesional. Por eso llegar “en paracaídas”o como caído del cielo al campo de la política, sin haber hecho toda la escuela del caso, pretendiendo pasar del púlpito a la curul sin romperse ni mancharse, es la mejor garantía para fracasar en el intento y brindar a los detractores del cristianismo pretextos para atacarlo y descalificarlo apoyados en las cuestionables ejecutorias de estos cristianos, tal vez piadosos y bien intencionados, pero de cualquier modo políticos improvisados y mediocres. Así, pues, creyentes y no creyentes por igual deben tener presente que “Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime… Con justicia el rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo destruye” (Proverbios 29:2, 4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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