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Segmentos

Nuestros pecados al fondo del mar

“Aunque su carácter justo lo requiera Dios no disfruta castigar a nadie. Lo que en verdad le place es amarnos y perdonarnos”

La imagen de Dios que muchos tienen es como la que Martín Lutero tenía de Él antes de entender y experimentar por sí mismo la doctrina de la justificación por la fe que sirvió de trasfondo a la Reforma y se convirtió desde entonces en su emblema doctrinal. Esto es, que Dios es un monarca justiciero que nos acecha continuamente para hacernos pagar, con evidente complacencia y deleite, cada pecado o acto de injusticia, grande o pequeño que cometemos, al transgredir algún aspecto de Su justa Ley. Y si bien es cierto que Dios es justo y que, como tal, siempre, de un modo u otro, actúa con justicia de manera que podemos estar seguros de que al final establecerá la justicia plena y absoluta; eso no significa que esto sea algo que disfrute de manera especial sino que, en muchos casos, le duele, puesto que, como Él mismo lo afirma: “¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que viva? Yo, el Señor, lo afirmo…Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo afirma el Señor omnipotente” (Ezequiel 18:23, 32). En realidad, en la Biblia y, de modo superlativo en Jesucristo, se nos revela que Dios: “… es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor” (Salmo 145:8), conforme a lo declarado por el profeta: “¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar. Vuelve a compadecerte de nosotros. Pon tu pie sobre nuestras maldades y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18-19)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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