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No temerá recibir malas noticias

"Dios no nos promete que eventual u ocasionalmente no tengamos que recibir malas noticias, sino que el temor no va a dominarnos cuando las recibamos”

El mundo actual se mueve en una dinámica de buenas y malas noticias, pues incluso en los buenos tiempos y los momentos de bendición y prosperidad en la vida de las personas, cristianos incluidos, existen sombras amenazando y manchas que preocupan, afean y oscurecen un poco el luminoso panorama general. Y de manera similar, en los malos tiempos y en las épocas sombrías de la vida humana siempre podremos encontrar todavía cosas que agradecer en la convicción innegable de que la situación podría ser peor. Los medios de comunicación, dominados por el sensacionalismo amarillista alimentado por el morbo de buena parte de la sociedad, tienden a registrar y dar más realce a las malas noticias que a las buenas, transmitiendo una imagen cada vez más desesperanzadora y angustiosa de la época y del futuro que nos espera. La Biblia participa de este juego de buenas y malas noticias, comenzando por el hecho de que la creación misma es una buena noticia, pues “Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno” (Génesis 1:31). Pero la caída en pecado estropeó drásticamente este cuadro, constituyendo así la mala noticia que marca el ingreso de la maldad, el sufrimiento y el dolor en el mundo que no respeta a nadie. Sin embargo, la redención llevada a cabo por Cristo en el evangelio constituye las buenas noticias definitivas arraigadas en la bienaventuranza eterna que hacen que, a pesar de todo, el creyente: No temerá recibir malas noticias; [pues] su corazón estará firme, confiado en el Señor (Salmo 112:7)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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