En la llamada “Tabla de las naciones” contenida en el capítulo 10 de Génesis se destaca la figura de Nimrod, de quien se dice: “Cus fue el padre de Nimrod, conocido como el primer gran guerrero de la tierra, quien llegó a ser un valiente cazador ante el Señor. Por eso se dice: «Como Nimrod, valiente cazador ante el Señor»” (Génesis 10:8-9). En efecto, la palabra hebrea para Nimrod proviene de una forma verbal que significa “rebelarse”, nombre que sugiere entonces que este personaje estaría, pues, en contra de Dios, emprendiendo la construcción de ciudades que serían luego cabeza de reinos opuestos al pueblo de Israel, como la proverbial Babilonia de los caldeos, símbolo en los profetas y en el libro del Apocalipsis de los reinos terrenales que se oponen y son en muchos sentidos la antítesis del reino de Dios en la tierra. De hecho, entre las principales ciudades de su reino se encuentra también Nínive, capital del posterior Imperio Asirio que derrotó y dispersó definitivamente a Israel o el reino del norte en la época del reino dividido sin que, a diferencia de Judá, lograra ser restaurado posteriormente; y sobre todo Babel, la antigua Babilonia, el lugar que sirvió de escenario al famoso episodio de la torre de Babel, símbolo también del orgullo humano que se levanta en desafío y oposición a Dios. Sin perjuicio de esto, es muy imaginativo pretender ver en Nimrod y en su presunta esposa Semiramis el origen de las prácticas del catolicismo contra las que reaccionó la Reforma protestante, como lo postularon autores evangélicos como Alexander Hislop y Ralph Woodrow
Nimrod
“Nimrod es un personaje inquietante que ha llegado a tipificar el orgullo humano en contra de Dios que motivó la construcción de la torre de Babel”
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