En la Biblia debemos distinguir entre los mandamientos y los consejos. Los mandamientos son de carácter obligatorio, razón por la cual en caso de quebrantarlos, pecamos, y nos vemos forzados a afrontar tanto la culpa como las sentencias condenatorias que lo acompañan; mientras que los consejos no tienen carácter imperativo y aunque conviene seguirlos, podemos no hacerlo sin tener que enfrentar por ello juicios condenatorios, aunque hacer caso omiso de ellos puede llevarnos a cometer dolorosos errores −no necesariamente pecados− y a tener que afrontar, si no la culpa, al menos sí las consecuencias de ellos. Dicho de otro modo, el que quebranta el mandamiento es un pecador, mientras que el que ignora el consejo es un necio. El consejo es un valor agregado al mandamiento, de modo que quien obedece este último, no peca; pero quien obedece por igual el consejo llega, además de no pecar, a ser también sabio. De hecho, atender los buenos consejos de la gente sabia y experimentada es ya una señal de sabiduría. Por eso debemos rodearnos de buenos consejeros y antes de hacer planes o tomar decisiones, solicitar su opinión, recordando que son los consejos que van en línea con la voluntad de Dios en la persona de Cristo los que tienen la mayor garantía de éxito, pues en Él se cumple por excelencia el anuncio profético hecho por Isaías en el sentido que: “El Espíritu del Señor reposará sobre él… espíritu de consejo y de poder…” (Isaías 11:2). Porque finalmente: “Al necio le parece bien lo que emprende, pero el sabio atiende al consejo” (Proverbios 12:15)
Mandamientos y consejos
17 junio, 2021
2 Lectura mínima
“El mandamiento es correcto, el consejo es sabio. Quien quebranta el mandamiento peca, pero quien ignora el consejo es necio”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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