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Magia y ocultismo

“En la Biblia la razón para prohibir el ocultismo y la magia no es que no funcionen, sino que funcionan siempre en contra nuestra”

El escepticismo, el materialismo y el naturalismo de la edad moderna tuvo como provechoso efecto que nos ha ayudado a identificar, denunciar y dejar atrás las supersticiones engañosas y sin fundamento alguno de oscurantistas épocas pasadas, pero al mismo tiempo trajo consigo la indeseable consecuencia de que el hombre moderno se terminó cerrando casi del todo al mundo espiritual y a lo sobrenatural, negándolo a ultranza como si éste fuera inexistente y no pasara de ser otra creencia supersticiosa del pasado que habría que dejar atrás en nombre de la razón y la ciencia. Pero la magia y el ocultismo son condenados por Dios en la Biblia no propiamente porque sean un ejercicio estéril procedente de supersticiones ignorantes y mentalidades infantiles, débiles e influenciables, que no tienen a la postre ningún efecto práctico en la vida de las personas que recurren a ellos; sino porque son una incorrecta, peligrosa y manipuladora forma de acceder al mundo espiritual que no tiene en cuenta a Dios como debería y que, más que alcanzar el efecto deseado, se vuelven siempre de manera destructiva en contra de quienes apelan a este tipo de prácticas. La prohibición bíblica de acudir a la magia y el ocultismo no es, pues, un acto arbitrario ni mucho menos, pero tampoco una medida de despectiva condescendencia como la que caracteriza al pensamiento secular moderno. Así, pues: “»Las naciones cuyo territorio vas a poseer consultan a hechiceros y adivinos, pero a ti el Señor tu Dios no te ha permitido hacer nada de eso” (Deuteronomio  18:14)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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