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Los riesgos de la fe

“Dios brinda al creyente certezas eternas, pero en el diario vivir la fe no exime de los riesgos que implica la toma de decisiones”

Ya hemos señalado cómo Blas Pascal, creyente, filósofo y matemático creador del cálculo de probabilidades, afirmaba que la fe era una apuesta y, como tal, implicaba riesgos. Los riesgos que implica en mayor o menor grado toda decisión humana, desde las más excepcionales y trascendentales, hasta las más cotidianas e intrascendentes. La fe es, entonces, la decisión más trascendental de la vida humana en la que es, pues, imposible no afrontar riesgos. Riesgos que Pascal evaluó mediante el cálculo de probabilidades para terminar concluyendo que con Cristo nada se pierde, pero se puede ganar todo, haciendo así de la fe una apuesta que habría que tomar siempre, a pesar de sus riesgos inherentes. Riesgos a los que Pascal también aludió diciendo “prefiero creer en un Dios que no exista, a no creer en un Dios que exista”. Porque los riesgos de la fe serán siempre mucho menores que los riesgos de la incredulidad. Sobre todo porque cualquier riesgo racional que la fe en Cristo implique se ve compensado con la confianza en las promesas de Dios reveladas en las Escrituras y confirmadas por la historia y la experiencia de muchas generaciones de creyentes. Promesas en las que Dios nos invita a asumir el riesgo razonable inherente a cada una de ellas, diversificando nuestras opciones con la confianza y la promesa divina en que, si así lo hacemos, no seremos de ningún modo defraudados. Por eso: “Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si ésta o aquélla, o si ambas serán igual de buenas” (Eclesiastés 11:6)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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