La ciencia moderna, comprometida con la ideología naturalista y la filosofía materialista que afirman que todo lo que sucede en la naturaleza obedece siempre a causas naturales y a las meras propiedades inherentes a la materia, de modo tal que la ciencia estará en algún momento en capacidad de explicarlas sin referencia a un mundo sobrenatural de carácter espiritual o intangible como el postulado por la religión y la metafísica; ha tenido que rectificar esta postura a raíz del hecho de que, al avanzar en su comprensión del funcionamiento de los fenómenos de la naturaleza, en vez de aclarar y proveer explicaciones plausibles sobre el origen del universo, el origen de la vida y el origen del hombre, lo que ha descubierto al respecto son nuevos interrogantes de los que no era consciente y que, en vez de iluminar estos asuntos, lo que hacen es sumergirlos más en el misterio, obligando a la ciencia a declararse impedida para pronunciarse de forma concluyente en relación con estos hechos y a admitir que la naturaleza no es un sistema cerrado y ajeno a causas externas a ella. Así, si quiere seguir manteniendo la honestidad, credibilidad y humildad que se espera de ella, la ciencia debe mantenerse abierta a la intervención de causas sobrenaturales que están más allá de su campo de estudio, por lo menos en lo que concierne a estos tres tópicos que la ciencia no ha podido explicar, de los que el cristianismo ha sostenido desde siempre lo declarado por Salomón: “Con sabiduría afirmó el Señor la tierra, con inteligencia estableció los cielos” (Proverbios 3:19)
Los límites de la ciencia
15 junio, 2021
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“A pesar del avance de la ciencia, el origen del universo, de la vida y del hombre requieren cada vez más de Dios como explicación”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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