La sabiduría popular afirma que el hombre es amo de lo que calla y esclavo de lo que dice y a su vez un proverbio chino dice que: “Hay tres cosas que nunca vuelven atrás: la palabra hablada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida”. En la Biblia la sabiduría pasa frecuentemente por saber callar de manera prudente y estar más dispuestos a escuchar que a hablar, como Dios nos exhorta a hacerlo con estas palabras del Nuevo Testamento: “Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse” (Santiago 1:19). Uno de los casos más ilustrativos al respecto lo constituye el de los amigos de Job: Bildad, Zofar y Elifaz, que acudieron a consolar a este patriarca en medio de su prueba y sus duras pérdidas crecientes, sucesivas e inexplicables de sus bienes, de sus hijos y de su salud. Mientras permanecieron callados a su lado, fueron de verdadero consuelo para él, pero en cuanto comenzaron a hablar y a procurar explicarle a Job las causas de su lastimosa situación mediante rígidos esquemas preconcebidos que, sin ser equivocados necesariamente, no se aplicaban al caso particular de Job, terminaron exasperando al patriarca y echándole más sal en la herida, al punto de llevarlo a exclamar “«Cosas como estas he escuchado muchas; ¡valiente consuelo el de todos ustedes!” (Job 16:2) y a amonestarlos con duro sarcasmo diciéndoles: “¡Si tan solo se callaran la boca! Eso, en ustedes, ¡ya sería sabiduría!” (Job 13:5), confirmando que, en efecto: “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido” (Proverbios 17:28)
Listos para escuchar
“Dios nos otorgó dos oídos y una boca para indicarnos de entrada la conveniencia de estar más dispuestos a escuchar que a hablar”
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