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Las buenas obras: obstáculo para la fe

“Las buenas obras sólo son buenas como resultado de la fe. De otro modo son malas pues se vuelven un estorbo para llegar a la fe”

Algunas de las incomprensiones más significativas por parte del judaísmo en relación con la Ley mosaica han sido, por una parte, pensar que mediante su práctica minuciosa se obtiene la aprobación y el favor de Dios y, por otra, creer que algún ser humano pueda estar en condiciones de cumplirla cabal y completamente. Con el agravante de los voluminosos añadidos, complejidades, sutilezas y minucias que la tradición terminó agregándole a lo largo del tiempo, recogidos en El Talmud. Debido a ello, estos malentendidos han estado tan arraigados en buena parte del pensamiento judío, en particular a través de su secta más extendida y popular, la de los fariseos y sus herederos, los rabinos del judaísmo ortodoxo moderno, que la práctica de las obras de la Ley se ha convertido para ellos en el medio para lograr ser justificados delante de Dios, fomentando además entre ellos el orgullo de raza y el exclusivismo que hace de la práctica de las obras de la ley la señal por excelencia de ser el pueblo escogido por Dios con el consecuente menosprecio de los demás pueblos que no la suscriben ni la practican, relegando a la fe a un indigno papel secundario en contravía con el protagonismo que ella ha estado llamada a ocupar a lo largo de todas las Escrituras y en especial en el evangelio, como se lo recordó el apóstol Pablo al apóstol Pedro en su momento: “Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado” (Gálatas 2:16)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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