La Palabra de Dios

El concepto de “Palabra de Dios” ha sido asociado con la Biblia dentro de la tradición cristiana, a la que se considera, entonces, la Palabra de Dios por excelencia. Pero en realidad, este concepto es mucho más amplio y no se circunscribe a la Biblia que, si bien está incluida dentro de lo que entendemos por “Palabra de Dios”, no es ni mucho menos la única manera en que la Palabra de Dios se manifiesta. La Biblia es, ciertamente, la Palabra de Dios escrita, pero en ella se nos revela y da cuenta también de la Palabra de Dios creada, es decir la manifestación de Dios en el principio a través de Su Palabra para dar lugar al universo y la creación mediante la repetida fórmula “y dijo Dios” que encontramos en Génesis 1, como la necesaria mediación entre lo que Dios desea y sus resultados materiales concretos al punto que no hay nada que Dios haya creado sin Su Palabra, como se puntualiza en los salmos: “porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme” (Salmo 33:9). Sin embargo, la manifestación culminante e insuperable de la Palabra de Dios se halla en Jesucristo: la misma Palabra de Dios hecha hombre por nosotros, como lo leemos en el evangelio de Juan:  “Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad”  (Juan 1:14 BLPH), justificando la declaración paulina: “No hay duda de que es grande el misterio de nuestra fe: Él se manifestó como hombre; fue vindicado por el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido en la gloria” (1 Timoteo 3:16)