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Segmentos

La letra mata

“El Espíritu es el único capaz de imprimir a la doctrina una vitalidad tal que impida que ésta se quede sólo en el frío papel”

El salmo 127:1 nos informa que: “Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes”. Porque, si bien es cierto que, en último término, nuestros talentos naturales, nuestras habilidades adquiridas y las oportunidades de las que hemos dispuesto en la vida proceden de Dios como la Primera causa de todo, como lo ratificaron Juan Bautista: “─Nadie puede recibir nada a menos que Dios se lo conceda ─les respondió Juan─“ (Juan 3:27); y también el apóstol Pablo: “No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios” (2 Corintios 3:5); también lo es que no tenerlo en cuenta de manera humilde, consciente e intencional, invocándolo para que nos guíe hacia lo que debemos hacer y nos asista mientras lo hacemos, puede ser la causa del fracaso reiterado en lo que hacemos y de que, al final, no obtengamos el resultado esperado de nuestros esfuerzos. Aún la Biblia leída de manera fría, desapasionada y eminente y críticamente racional, sin invocar en oración la presencia cálida, afectuosa y esclarecedora del Espíritu de Dios en persona mientras lo hacemos, no nos reporta el beneficio que este ejercicio debería traernos, conforme a las múltiples promesas que Dios nos hace al respecto. Por eso el apóstol Pablo redondeó y puntualizó de forma concluyente todo este asunto con las siguientes inequívocas y estimulantes palabras dirigidas a todos los creyentes: “Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2 Corintios 3:6)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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