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La influencia benévola de Dios

“Todo lo bueno que los cristianos queremos y podemos finalmente hacer no es un mérito nuestro sino el mérito de Dios en nosotros”

Es difícil saber y distinguir con precisión cuánto de lo que hacemos los creyentes lo hacemos por iniciativa propia y cuánto en dócil respuesta a la sutil pero siempre sabia y segura dirección de Dios sobre nuestras vidas, pues ni siquiera la fe en Él es una decisión que parte por completo de nuestra voluntad, pues la construcción griega de Efesios 2:8 en el sentido que: “… por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios” sugiere con fuerza que no solo la salvación que viene como resultado de la fe es un regalo de la gracia de Dios, sino la fe misma, que podríamos, entonces, ejercer, gracias a la benévola y eficaz influencia y el poder de convicción de Dios sobre nuestra voluntad. Así, pues, incluso la obediencia consciente que brindamos a sus mandamientos, instrucciones y preceptos que encontramos en la Biblia no es mérito nuestro, o por lo menos, no lo es de manera exclusiva, pues el poder para obedecerlos es, sin duda, en gran medida, el mérito de Dios por medio de su Espíritu obrando en nosotros y por medio de nosotros. De lo único que podemos estar seguros es que en nuestras acciones conscientemente pecaminosas o de desobediencia a Él, no existe intervención de Su parte, aunque finalmente Él pueda encauzarlas a sus propósitos y enderezar sus indeseables consecuencias sacando el bien de nuestros males. En lo demás, actuamos de forma mancomunada con Dios en mayor o menor grado: “pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Filipenses 2:13)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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