Volviendo con el concepto de “gracia barata” denunciado por Bonhoeffer, con el cual algunos sectores del cristianismo terminan sustituyendo la “gracia cara” que se revela en el evangelio; lo cierto es que la gracia es gratuita para nosotros, como lo implica la palabra en sí misma, pero esto no significa que haya sido barata, pues Alguien tenía que pagar el elevado precio para que nosotros obtuviéramos gratuitamente aquello por lo que nunca hubiéramos podido pagar. Y ese Alguien no es otro que Dios mismo encarnado en la persona de Jesús de Nazaret, cuya inherente grandeza, majestad y dignidad divina es reforzada ahora por su dignidad y méritos como hombre que quedan en evidencia en la revelación visionaria del apóstol Juan en el Apocalipsis, cuya descripción incluye lo siguiente: “Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.»” (Apocalipsis 5:9-10). Su obediencia perfecta y Su sacrificio y Su vida entregada voluntariamente en pago sustitutorio para satisfacer la justicia de Dios que había sido quebrantada con nuestros múltiples pecados, hacen de Cristo el único ser humano digno o que cumple las condiciones del caso para recibir el rollo que contiene el plan de Dios para los hombres y romper sus sellos, es decir, dar inicio a su consumación final coronada con el establecimiento definitivo del reino de Dios en la tierra
La gracia cara
“La gracia de Dios es siempre gratuita pero no barata, pues su precio se pagó con la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo”
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