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La frívola superficie

“Cuando vivimos una vida superficial, vivimos engañados ocupados en frivolidades, sin llegar a descubrir lo que es más importante”

Cuando el Señor Jesucristo fue interrogado sobre cuál era el mandamiento más importante de la ley, respondió citando el Shemá, nombre que recibe el pasaje central del Antiguo Testamento en el propósito de afirmar y establecer la base fundamental del monoteísmo judeocristiano: “-El más importante es: ‘Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor -contestó Jesús-” (Marcos 12:29). Esta verdad es, pues, la columna principal alrededor de la cual deberían girar todas las demás consideraciones de la cultura y la existencia humana que tendrían, por tanto, que proceder de esta convicción y converger de nuevo en ella. Pero la realidad es que el ser humano se encuentra tan desorientado y disperso que, por una parte, niega esta verdad para promover creencias engañosas y contrarias a ella, o aún sin desecharla, no capta la importancia y centralidad que ésta tiene o debería tener para nuestras vidas. Por eso Agustín planteó el pecado, entre otros, como una negligente desorientación por la cual el ser humano, ocupado en frivolidades y superficialidades distractoras, ha perdido el rumbo al permitir que las cosas creadas le desorienten y desvíen su vista de Dios, extraviándolo en caminos que tienen por término a las cosas creadas y no al Creador. El cristiano es, pues, aquel que, consciente de esto, decide reorientar su vida en humilde sujeción, reenfocándola en Dios en la persona de Cristo, haciendo de Él su principal y más importante interés para todos los efectos prácticos de la vida cotidiana, dándole a Dios el lugar más importante, que es el que en justicia le corresponde.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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