El relativismo de nuestros tiempos, por el cual se afirma que no existen verdades absolutas de ningún tipo, en especial de carácter religioso y moral, sino que todo es relativo o “depende de”, dejando a criterio de las diferentes culturas o individuos particulares determinar sus propias creencias religiosas y lo que sea bueno o malo para ellos de acuerdo con sus propias opiniones, gustos y preferencias; ha trastocado, mezclado, confundido y enrarecido a tal grado las cosas que termina incurriendo en aquello sobre lo que advirtió el profeta: “¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno; que convierten la luz en oscuridad, y la oscuridad en luz; que convierten lo amargo en dulce, y lo dulce en amargo!” (Isaías 5:20). La cruz de Cristo y sus demandas de exclusividad a la luz de la verdad revelada en las Escrituras, establecida y confirmada por los hechos objetivos de la historia sagrada y de la experiencia de numerosas generaciones de creyentes, es puesta, entonces, en entredicho, y fundamenta la declaración paulina que mantiene hoy más que nunca su vigencia: “Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo” (Filipenses 3:18), añadiendo enseguida todo lo que esto implica: “Ellos viven de una manera que los está llevando a la destrucción. Ellos quitaron a Dios y lo reemplazaron por sus propios bajos deseos. Presumen de hacer lo que debería darles vergüenza y sólo tienen la mirada puesta en las cosas terrenales” (Filipenses 3:19 PDT), panorama que se aplica bien a nuestros tiempos y justifica la advertencia apostólica.
La cruz por veletas
“El relativismo moral de nuestros días amenaza con sustituir la cruz por veletas en las torres de muchas de las iglesias de hoy”
Deja tu comentario