Decía William Raspberry que: “Lo bien o lo mal que nos vaya en la vida no está determinado tan sólo por nuestros dones y fortaleza de espíritu, sino también por nuestro ambiente social, nuestras relaciones, las de nuestra familia y, de manera fundamental, por cómo les haya ido a nuestros padres. La vida es una carrera de relevos. Cuenta mucho cuanta ventaja lleva el corredor anterior en el momento de entregarnos la estafeta”. No en vano Manero también decía que: “La verdadera educación de un hombre comienza varias generaciones atrás”. Ciertamente, para que a nuestros hijos y descendientes les vaya bien en la vida, cuenta mucho, entonces, la distancia que nosotros ya hayamos recorrido con Dios cuando entregamos la estafeta o testimonio a la generación que viene a hacer el relevo en su momento, así ellos también tengan de nuevo que efectuar su propio recorrido asumiendo su responsabilidad personal para con la siguiente generación. Esa fue la ventaja que Abraham le otorgó a su hijo Isaac, según se lo informó el propio Dios en su momento: “Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia.»” (Génesis 26:24). Y fue también la misma ventaja que los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob otorgaron a la nación entera de Israel más adelante, o la que el rey David le otorgó a su descendencia. Y ésta debería ser, por tanto, también la ventaja que todo auténtico creyente en Cristo le otorga a sus hijos y a toda su descendencia después de él
La carrera de relevos
1 noviembre, 2020
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“Cada generación debe responder a Dios de manera personal, pero la primera generación de creyentes otorga ventaja a la siguiente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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