La alegría es una búsqueda incesante en la vida de todo ser humano. Y si bien la alegría es considerada usualmente como algo de carácter placentero, no todos los placeres brindan alegría finalmente a quienes los experimentan. Por el contrario, las connotaciones sensuales asociadas al pecado que ha adquirido la palabra “placer” riñen abiertamente con la idea de alegría tal y como la encontramos en la Biblia, confirmada a su vez en la experiencia del creyente. Así, en la Biblia Dios es la causa final de cualquier saludable y legítima alegría que el creyente pueda llegar a experimentar, pues es Él quien nos brinda innumerables fuentes potenciales de alegría y deleite legítimos, siempre y cuando las disfrutemos de manera responsable y reflexiva, reconociéndolo a Él como el origen de todas ellas. Así, por ejemplo, sin fomentar por ello los excesos que conducen a la embriaguez y sin dejar de condenarlos, la Biblia se refiere al vino exaltando favorablemente su capacidad de alegrar el corazón del hombre. Pero sin perjuicio de estas fuentes naturales, legítimas y autorizadas de alegría que Dios nos otorga, la principal fuente de alegría que un creyente puede experimentar tiene su origen en la salvación y relación interpersonal que Dios ofrece a los hombres en el evangelio de Cristo. Una alegría que perdura y está siempre presente en el trasfondo, aún en los momentos de tristeza que el mundo nos depara, justificando así el anuncio del profeta que halla su cumplimiento pleno en el creyente redimido por Cristo: “Con alegría sacarán ustedes agua de las fuentes de la salvación” (Isaías 12:3)
La alegría y la salvación
23 agosto, 2021
2 Lectura mínima
“Existe una relación de causa entre la salvación y la alegría. Es por eso que los salvos son, o deberían ser, personas alegres”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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