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Esclavos de la justicia

“La esclavitud no es necesariamente un estado ominoso, opresivo e indeseable en la medida en que sea al servicio de un amo bueno, sabio y justo”

Partiendo de lo ya establecido en cuanto al carácter legal y común de la esclavitud en la antigüedad, aunque hoy persista todavía de forma ilegal y nefasta en lo que se conoce como “trata de personas”, para no mencionar las condiciones laborales explotadoras a las que muchos tienen que someterse de manera voluntaria al carecer de otras opciones más justas; hay que recordar que en último término, como lo dijera Franz Kafka, los hombres sólo somos libres para escoger nuestra propia cadena. Así, las carencias y dificultades económicas obligaban a muchos a venderse como esclavos para poder sobrevivir a las hambrunas, como sucedió en Egipto con prácticamente toda la población respecto del faraón durante los 7 años de escasez, gracias a que éste era el único que podía proveer alimento y sustento bajo la buena administración de José, como podemos leerlo: “y todos en Egipto quedaron reducidos a la esclavitud… ꟷ¡Usted nos ha salvado la vida, y hemos contado con su favor! ꟷrespondieron ellosꟷ. ¡Seremos esclavos del faraón!” (Génesis 47:21, 25). Ante la inminente muerte por hambre, los egipcios consideraron de buena gana someterse de este modo al faraón. Algo similar a lo sucedido con un esclavo liberado en Israel a quien se le daba la opción de permanecer como esclavo con su amo para siempre si así lo prefería debido al buen trato recibido de él, que es justamente lo que sucede con los creyentes redimidos y liberados por Cristo de la opresiva esclavitud del pecado y que, en consecuencia, escogemos libremente permanecer con Él para siempre como esclavos al servicio de la justicia

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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