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Segmentos

El silencio de Dios

“Cuando Dios no responde debemos evaluarnos para hallar la razón de ello, en vez de forzar su respuesta por vías no autorizadas”

Dios ha establecido ciertos conductos regulares para acceder a Él, no sólo para que lo hagamos en sus términos y sin olvidar con Quien estamos tratando, evitando así peligrosas irreverencias o malentendidos irrespetuosos en relación con Él; sino también para garantizarnos que estemos, en efecto, accediendo a Él y no a un impostor que pretenda suplantarlo. Y cuando Dios no responde por los conductos regulares no debemos buscar vías alternas. Con mayor razón cuando éstas están prohibidas y condenadas expresamente en las Escrituras, como lo es el consultar adivinos, entre otros. De hecho el rey Saúl fue quien purgó a Israel en su momento de la presencia e influencia de los adivinos, obedeciendo la instrucción al respecto contenida en la ley mosaica. Pero una vez más, al no obtener respuestas de Dios por el conducto regular, decidió racionalizar Su mandamiento y consultar a una adivina que quedaba en Israel como sobreviviente de su propia purga: “Pero cuando vio Saúl al ejército filisteo, le entró tal miedo que se descorazonó por completo. Por eso consultó al Señor, pero él no le respondió ni en sueños, ni por el urim ni por los profetas. Por eso Saúl les ordenó a sus oficiales: ─Búsquenme a una adivina, para que yo vaya a consultarla. ─Pues hay una en Endor ─le respondieron” (1 Samuel 28:5-7). Porque el silencio de Dios también puede ser ya una respuesta que indica desaprobación de su parte a nuestro proceder, impulsándonos a examinarnos para identificar y corregir nuestra falta a la mayor brevedad, antes de pretender acudir de nuevo a Él por respuestas.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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