La razón de esta afirmación es que la Biblia, la historia y la experiencia de la Iglesia establecen que Dios es justo y misericordioso al mismo tiempo, sin ser nunca injusto. Así, en el mejor de los casos, Dios es misericordioso, pero aún en el peor de ellos, es por lo menos justo. Nunca ha sido, es, ni será injusto. Esto podemos verlo en la justa sentencia dictada sobre nuestros primeros padres por causa de su pecado. En primer lugar, vemos la misericordia de Dios actuando allí en el hecho de que Dios no los ejecutó en el acto, como lo merecía su desobediencia si nos atenemos a lo establecido en la instrucción dada al comienzo en relación con su transgresión al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, sino que les permitió vivir mucho tiempo más antes de tener que morir finalmente en cumplimiento de la sentencia inicial. Y en segundo lugar, en medio de la notificación de las nefastas consecuencias que tendría sobre ellos y sobre la creación entera su pecado, al dirigirse a la serpiente Dios hace el siguiente esperanzador anuncio: “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.»” (Génesis 3:15). Este es el pasaje conocido como el “protoevangelio”, el primer anuncio de la venida del Mesías, el Verbo o Hijo de Dios encarnado como hombre en la persona de Jesucristo para redimirnos o rescatarnos de la condición caída a la que nos arrojaron nuestros primeros padres. Vemos, pues, aquí justicia, misericordia y esperanza al mismo tiempo para todos los hombres.
El protoevangelio
23 octubre, 2020
2 Lectura mínima
“La misericordia de Dios es tanta que aun en medio de la justa sentencia por el pecado introduce una segura nota de esperanza”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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