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El juicio de la cruz

“Es mejor aprender de la justicia de Dios temprano por medio de la cruz que demasiado tarde en el comúnmente llamado juicio final”

“Es injusto” suele ser una de las quejas más recurrentes y universales que todos hemos pronunciado en algún momento de nuestras vidas. Y es que bajo las actuales condiciones de la existencia el mundo es, en efecto, injusto de muchas maneras. Pero nuestro natural anhelo y clamor por justicia debe recordar que todos contribuimos de un modo u otro a este estado de cosas, puesto que es un hecho que, en rigor: “«No hay un solo justo, ni siquiera uno…” (Romanos 3:10). Por eso, si somos sabios, nuestro anhelo de justicia debe tomar en cuenta la cruz y dirigir la mirada a ella. Porque es allí donde se hace justicia de tal manera que muchos de quienes con nuestra injusticia hemos contribuido al estado que lamentamos, podemos no obstante salir bien librados y no ser castigados en carne propia como nuestras injusticias lo merecerían, pues en la cruz Cristo es castigado en nuestro lugar cargando con las injusticias de todos los hombres y pagando por ellas al satisfacer con su muerte todas las demandas de la perfecta justicia divina. Pero los beneficios absolutorios de este juicio que Cristo asume en reemplazo de todos los hombres únicamente lo reciben los creyentes convertidos a Cristo que se dirigen a la cruz con rendida confianza, arrepentimiento y fe. Para los demás está reservado el comúnmente llamado “juicio final” en el que nadie de quienes allí lleguen saldrá bien librado. Así, pues, de un modo u otro, a nuestro favor o en nuestra contra, al final se hará justicia: “… Pues cuando tus juicios llegan a la tierra, los habitantes del mundo aprenden lo que es justicia” (Isaías 26:9)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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