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El deber de anunciar las buenas nuevas

“Comunicar las buenas nuevas es una deuda que la iglesia tiene con todos los pueblos sin importar su origen ni condición cultural”

A grandes privilegios, grandes responsabilidades. La revelación de lo alto que, por la gracia de Dios, y en virtud de la cual todos y cada uno de los creyentes sin excepción hemos sido iluminados por la verdad que nos salva y que transforma para bien nuestras vidas, capacitándonos para construir sociedades más justas; pone sobre los hombros de todos los cristianos obligaciones del mismo orden, que incluyen no sólo mostrar una conducta consecuente que se ajuste a estándares morales notoriamente diferentes y más elevados que los de los no creyentes; sino también el deber de dar a conocer la verdad y compartir las buenas noticias del evangelio con quienes no han oído de él, invitándolos a formar parte de la gran familia de Dios a lo ancho del mundo y a lo largo de la historia, para ayudar a recrear juntos en este mundo la justicia, la paz y la alegría, que no son más que las condiciones puntuales del reino de Dios, a la espera de su establecimiento definitivo por parte del Señor Jesucristo en su segunda venida. En el entretanto, este sentido del deber en relación con la evangelización y el discipulado debe pesar de tal modo en la conciencia y en las voluntades de los cristianos y de la iglesia como institución, que nos debe conducir a suscribir personalmente en mayor o menor grado la convicción que el apóstol declaró respecto de sí mismo, al justificar su deseo de visitar a la iglesia de Roma con el propósito de: “impartirles algún don espiritual que los fortalezca… para que unos y otros nos animemos con la fe que compartimos”, pues: “Estoy en deuda con todos, sean cultos o incultos, instruidos o ignorantes” (Romanos 1:11-12, 14)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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