Volviendo con la idea ya abordada en varios segmentos previos que recogen el pensamiento de Blas Pascal en el sentido de que la fe en Dios es, en último término, una apuesta; debemos añadir ahora que la fe no es cualquier apuesta, sino una apuesta de “doble o nada” en la que, al no poder permanecer indiferentes a sus demandas y sea, entonces, cual sea la decisión que tomemos: a favor de Dios o en contra de Él; siempre recibiremos el doble, para bien o para mal. Para bien, porque al apostar sin reservas a favor de Dios rindiéndole nuestra vida, el resultado es descrito por el profeta Isaías en estos términos: “En vez de su vergüenza, mi pueblo recibirá doble porción; en vez de deshonra, se regocijará en su herencia; y así en su tierra recibirá doble herencia, y su alegría será eterna” (Isaías 61:7). Pero si apostamos en su contra, desestimando sus mandamientos y la obediencia a Él debida, hasta llegar al extremo de negar su misma realidad, como lo hacen los ateos, los resultados también son descritos por el profeta Jeremías con esta grave sentencia: “Ciertamente mis ojos ven todas sus acciones; ninguna de ellas me es oculta. Su iniquidad no puede esconderse de mi vista. Primero les pagaré el doble por su iniquidad y su pecado, porque con los cadáveres de sus ídolos detestables han profanado mi tierra, y han llenado mi herencia con sus abominaciones.»” (Jeremías 16:17-18). Así, pues, la fe si es una apuesta. La apuesta más importante de la vida humana, en vista de sus drásticamente opuestos y contrastantes resultados en uno u otro sentido para nuestro destino temporal y eterno.
Doble o nada
20 septiembre, 2021
2 Lectura mínima
“La fe en Dios es una apuesta a su favor o en su contra en que al final obtenemos siempre el doble para bien o mal”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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