En un anterior segmento señalábamos que en la Biblia creer significa confiar en Dios sin reservas y no tan sólo suscribir de manera fríamente intelectual un cuerpo de creencias doctrinales y nada más. De hecho, la confianza es un valor fundamental en estos aciagos tiempos. Necesitamos confiar, aún a riesgo de ver traicionada nuestra confianza, experiencia dolorosa siempre preferible a la sombría alternativa de no confiar en nada ni en nadie. Ahora bien, es cierto que debido a nuestra condición caída, nadie es, por lo pronto, digno de una confianza absoluta. En consecuencia, no parece sabio confiar sin reservas en nada de orden humano, ni en ninguna cosa de este mundo, en vista de su carácter contingente, efímero y voluble. Es necio, por tanto, poner nuestra confianza final en las riquezas o en los poderes humanos. A este respecto lo único que cabe es una confianza relativa que asume de manera consciente e inevitable algún grado de riesgo necesario, pues si bien es cierto que Dios puede servirse a voluntad de hombres, gobiernos o instituciones para el cumplimiento de sus propósitos soberanos justificando, hasta cierto punto, nuestra confianza en estas diferentes instancias; debemos hacerlo siempre con un margen de error tal que si alguno de ellos nos defrauda −como ciertamente lo harán en mayor o menor grado− nuestra confianza absoluta en el Dios que no nos defrauda nunca nos mantendrá en pie a pesar de todo. Por eso: “Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos” (Salmo 118:8-9)
Dios y nuestra necesidad de confiar
19 mayo, 2021
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“Aún a riesgo de que nos engañen, debemos confiar en alguien. Por eso debemos escoger con atención en quien vamos a confiar”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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