El crecimiento numérico de la iglesia es algo deseable, pero de darse no debe hacernos perder de vista que éste no es el criterio más conveniente ni correcto para determinar el éxito o el fracaso de la congregación en cuestión y que, por el contrario, el crecimiento numérico por sí solo conlleva sus propias problemáticas, tales como el hecho de terminar confiando más en el tamaño, en los números y en las estadísticas favorables, que en Dios mismo. Teniendo en cuenta que la Biblia describe a la iglesia como el cuerpo de Cristo, valdría la pena hacer una analogía con lo que sucede en un cuerpo humano en el que las células crecen de manera descontrolada, dando lugar a las diversas formas de cáncer conocidas. Así, un crecimiento numérico desbordado puede ser incluso síntoma de una patología espiritual en la iglesia de turno, dando lugar a grandes montoneras de creyentes que dejan mucho que desear en cuanto a su compromiso y la calidad y corrección de su fe, con todo el descrédito e ineficacia que esto conlleva para el desempeño adecuado de las responsabilidades de la iglesia en el mundo. Los creyentes no debemos, pues, olvidar que al margen de las cifras y sin perjuicio de ellas, si nuestra fe es una fe sana y madura con todo lo que ello implica para nuestro comportamiento en el mundo, con Dios siempre seremos mayoría, seamos pocos o muchos, como lo afirmó Jonatán: “Así que Jonatán le dijo a su escudero: ─Vamos a cruzar hacia la guarnición de esos paganos. Espero que el Señor nos ayude, pues para él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos” (1 Samuel 14:6)
Dios y la estadística
22 enero, 2021
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“Dios no está sometido a la estadística. Es por eso que los números o las cantidades no son la medida del éxito de una iglesia”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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