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Dios, razón y moralidad

“La moral que no se fundamenta en Dios sino en la mera razón, nunca tendrá la autoridad universal que tienen los mandamientos”

La moralidad es esa facultad humana universal que nos impulsa a pensar siempre en términos de lo que es bueno y lo que es malo, no porque nos agrade o desagrade o nos brinde o no beneficios inmediatos, sino porque existe un bien que debemos honrar aunque no nos agrade ni beneficie de manera inmediata y un mal que debemos evitar y combatir así eventualmente nos agrade y nos reporte algún tipo de placer o engañoso beneficio inmediato. La reflexión sobre el bien y el mal es, pues, algo muy razonable e ineludible para todo ser humano. Tanto así que existe un consenso entre todos los pueblos a lo largo de la historia sobre la maldad y la bondad de un buen número de acciones humanas, sin perjuicio de los desacuerdos que se puedan presentar alrededor de otro buen número de ellas. Desacuerdos que surgen de nuestra resistencia actual a apelar a una autoridad superior a la humana para dirimir las diferencias sino, por el contrario, basar la moralidad en el mero ejercicio de la razón humana. Porque si bien es cierto que la moralidad tiene un amplio sustento racional compartido por todos los hombres, también lo es que nuestra condición caída le imprime un sesgo a nuestra razón que nos lleva a razonar mal y a terminar justificando lo que no puede ni debería justificarse si razonáramos siempre de manera correcta. Es, pues, necesario acudir a Dios de modo que sea siempre Él Quien tiene la última palabra al respecto, pues: “¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra… no dejes que me desvíe de tus mandamientos” (Salmo 119:9-17)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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