A pesar de nuestro anonimato y carencia de influencia en comparación con los poderosos, los acreditados, los ricos y los famosos en el mundo; todas las decisiones ocasionales o cotidianas que tomamos de manera consciente y deliberada para hacer las cosas bien, como Dios manda, tienen, por Su gracia, favor y determinación, el potencial de traer provecho e iniciar procesos insospechados y en cadena en la vida de otras personas que nosotros estamos lejos de prever, anticipar o conocer, pero que Dios sí puede anticipar y prever de manera soberana, sabia e intencionalmente selectiva y que Él, por lo tanto, sí conoce muy bien y al detalle, por pequeñas, intrascendentes o sin efecto que puedan parecernos a nosotros, o por poca o ninguna divulgación que puedan tener en el mundo y en nuestro entorno inmediato. Vale la pena recordar de nuevo las acertadas palabras que el escritor William Paul Young ponía en boca de Dios en su novela La cabaña ꟷun best seller llevado al cineꟷ dirigidas a su protagonista: “si algo importa, todo importa. Dado que tú eres importante, todo lo que haces es importante. Cada vez que perdonas, el universo cambia; cada vez que te esfuerzas y tocas un corazón o una vida, el mundo cambia; con cada bondad y favor, visto o no, mis propósitos se cumplen, y nada volverá a ser lo mismo”. Y es que no puede ser de otro modo si tenemos en cuenta lo que se nos revela en la Biblia al afirmar: “Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo” (Hebreos 6:10)
Dios no olvida
“Un día sabremos las grandes cosas que llegaron a pasar como consecuencia de nuestros pequeños actos de obediencia diaria a Dios”
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