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Segmentos

Dios, amado y temido

“Amamos a Dios por la intimidad en el trato que nos brinda en Cristo, pero le tememos porque no olvidamos con Quien tratamos”

Amar y temer simultáneamente a Dios son, ambos, mandatos bíblicos que el creyente no puede pasar por alto. Porque el amor es la mejor motivación para obedecer a Dios de buen grado, pero cuando éste no es suficiente, el temor de Dios es el mejor disuasivo contra la tentación de desobedecerlo en cualquier circunstancia. Es tanto así, que el temor puede ser a la larga una demostración de amor, del mismo modo en que un hijo que ama a su padre le demuestra este amor con su obediencia y, ante la eventualidad de desobedecerlo, teme hacerlo no sólo por causa del castigo o de las consecuencias, sino también por el temor de llegar a deshonrar a su padre con su desobediencia. El temor de lastimar, ofender, traicionar o deshonrar con nuestras acciones a aquellos a quienes amamos y por quienes nos sabemos amados, es una constante en la psicología humana y puede ser uno de los más poderosos disuasivos que refuerzan la voluntad de obedecerlos. Por eso el amor y el temor deben ir juntos. Y de hecho, si el amor es auténtico, van siempre juntos de manera natural. Por eso, si bien: “el amor de Cristo nos obliga” (2 Corintios 5:6), no podemos restar valor al temor a Dios, puesto que también: “El sabio teme al Señor y se aparta del mal…” (Proverbios 14:16). Así, en los que conocemos al Señor y sabemos con Quién tratamos, la conjunción de amor y temor es algo natural y espontáneo en nuestra relación con Él, en el marco de la alianza que el Señor ha suscrito con nosotros: “Yo estableceré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy el Señor” (Ezequiel 16:62)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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