Deberán llevarse mis huesos

Las promesas de Dios tienen escalas diferentes de cumplimiento. Hay algunas cuyos rangos de tiempo son relativamente breves, focalizadas en una persona o en una familia y se cumplen en el breve lapso de una vida humana. Otras tiene que ver con el pueblo de Israel y su cumplimiento se verifica en la historia ya conocida de este pueblo en el lapso de varias generaciones, como por ejemplo la promesa de habitar y establecerse en la tierra prometida ꟷvalga la redundanciaꟷ a la que el patriarca José dio su voto de confianza de este modo: “Tiempo después, José les dijo a sus hermanos: «Yo estoy a punto de morir, pero sin duda Dios vendrá a ayudarlos, y los llevará de este país a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob». Entonces José hizo que sus hijos le prestaran juramento. Les dijo: «Sin duda Dios vendrá a ayudarlos. Cuando esto ocurra, ustedes deberán llevarse de aquí mis huesos»” (Génesis 50:24-25). Las promesas cumplidas de Dios en el lapso de la vida de José con todas sus duras pruebas, tal como se anunció en los sueños que tuvo en su juventud, fueron la garantía de que las promesas que abarcaban más generaciones del pueblo de Dios también serían cumplidas en su momento, como en efecto sucedió. Y más allá de las promesas individuales de Dios a cada creyente en particular en el evangelio, la iglesia en general puede apoyarse en todo este tipo de promesas temporales dadas por Dios y cumplidas en su momento para confiar en que las promesas de Dios relativas a los últimos tiempos y a la eternidad con todas sus dichas también se cumplirán con toda seguridad