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Cristo, la esperanza de gloria

“No hay medios naturales para lidiar con éxito con la maldad humana. El único ya probado es el sobrenatural misterio de Cristo”

En las actuales condiciones de la existencia, que son las mismas que han prevalecido a lo largo de nuestra historia hasta donde podemos recordarlo y la misma ciencia ha podido documentarlo, la maldad ha sido una realidad que nos ha acompañado y que nos ha golpeado, ya sea desde afuera, como desde dentro de nosotros mismos de un modo u otro. La naturaleza humana se halla corrompida y experimenta una inclinación natural ꟷvalga la redundanciaꟷ hacia la maldad, que todas las instancias humanas de las que podemos echar mano únicamente pueden refrenar, maquillar o disimular en el mejor de los casos en aras de hacer posible la convivencia social, pero de ningún modo eliminar o hacer desparecer por completo de nuestro interior, pues ésta emerge o se deja ver siempre de alguna forma cuando menos lo esperamos. La irrupción del cristianismo puso a disposición de los creyentes los recursos sobrenaturales del poder de Dios para tratar de la manera más ventajosa con esta inclinación al mal, al punto que son actualmente las sociedades del Primer Mundo Occidental que más se dejaron influir en su momento por el cristianismo y su ética social, las que hoy exhiben sociedades más justas, ordenadas, desarrolladas, prósperas y en paz en términos generales. Y es que la única esperanza real que tenemos, entonces, para combatir la maldad de manera efectiva y llegar a eliminarla en su momento es el evangelio de Cristo, pues: “A éstos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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