A diferencia de los demás jueces de Israel que convocaron a las tribus, reclutaron ejércitos y se pusieron al frente de ellos para combatir y derrotar a los enemigos de Israel que los oprimían, Sansón fue un juez solitario que se apoyó únicamente en su descomunal y sobrenatural fuerza, producto del poder del Espíritu de Dios obrando en él, para enfrentarse a los filisteos en diferentes episodios incidentales aislados e inconexos que no respondían al deseo de liberar al pueblo de Israel de su dominio opresor, sino a consideraciones personales y a los deseos de venganza de Sansón que fueron capitalizados por Dios para quitar este yugo de la espalda de su pueblo. Uno de esos episodios se describe de este modo: “Cuando se acercaba a Lejí, los filisteos salieron a su encuentro con gritos de victoria. En ese momento, el Espíritu del Señor vino sobre él con poder y las sogas que ataban sus brazos se volvieron como fibra de lino quemada; además las ataduras de sus manos se deshicieron. Al encontrar una quijada de burro que todavía estaba fresca, la agarró y con ella mató a mil hombres” (Jueces 15:14-15). Así, pues, aun a su pesar, en vista de la manera en que se malogró y en que terminó su vida, humillado, ciego y en cautiverio, expuesto al escarnio de sus enemigos en el templo pagano de Dagón, antes de emprender su acto de venganza final en el que él mismo perdió la vida; Sansón constituye una ilustración de lo que los creyentes podemos hacer y lograr para la causa de Dios en el mundo con herramientas muy modestas cuando Él nos elige y nos brinda su siempre eficaz respaldo
Con ella mató a mil hombres
“Cuando Dios nos elige y está con nosotros para brindarnos su respaldo, podemos lograr grandes cosas de modo sorprendente con herramientas modestas”
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