El fanatismo ha sido una actitud que no habla bien de la iglesia ante el mundo. Por eso, vale la pena describir el fanatismo condenado en la Biblia para diferenciarlo del compromiso resuelto que todo cristiano debe mostrar con la causa de Cristo. La Biblia identifica y denuncia con claridad muchas de las marcas del censurable fanatismo, pero todas ellas parten del principio general que identifica al fanático como aquel que está dispuesto a matar por sus ideas, como lo estaba el fariseo Saulo de Tarso antes de su conversión a Cristo, ordenando la lapidación del diácono Esteban, siempre dispuesto más bien a morir por sus ideas: “-¿Son ciertas estas acusaciones? -le preguntó el sumo sacerdote. Él contestó: -Hermanos y padres, ¡escúchenme! El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abraham cuando éste aún vivía en Mesopotamia, antes de radicarse en Jarán… Al oír esto, rechinando los dientes montaron en cólera contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. -¡Veo el cielo abierto -exclamó-, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios! Entonces ellos, gritando a voz en cuello, se taparon los oídos y todos a una se abalanzaron sobre él, lo sacaron a empellones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Los acusadores le encargaron sus mantos a un joven llamado Saulo” (Hechos 7:1-2, 54-58). En términos generales el fanático es, pues, el que ataca las convicciones de otros, mientras que el cristiano sanamente comprometido con la causa de Cristo es el que prefiere defender sus convicciones ante los ataques dirigidos contra ellas por parte de sus opositores.
Compromiso sin fanatismo
26 septiembre, 2022
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“El fanático piensa que la mejor defensa es el ataque, pero el creyente maduro entiende que el mejor ataque es la defensa”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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