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Como estrellas en el firmamento

“La conversión nos confiere una grandeza que nos es al mismo tiempo impuesta, por lo que debemos también esforzarnos por lograrla”

Shakespeare decía: “No temáis la grandeza. Unos nacen con grandeza, otros la alcanzan y a otros les es impuesta”. En este orden de ideas, los creyentes, en virtud del nuevo nacimiento que experimentan asociado a la conversión, nacen con una inherente grandeza potencial, en la medida en que este nuevo nacimiento implica a la postre llegar a tener parte en la naturaleza divina. Este privilegio, a su vez, le impone el deber de actuar con grandeza en los tiempos que le han tocado en suerte, y se encuentra, entonces, obligado a actuar de una manera que esté siempre a la altura de su condición y circunstancias. Y es debido a ello que, paradójicamente, aún poseyéndola ya por derecho de nacimiento, debe trabajar para alcanzarla día a día por medio de un comportamiento caracterizado por la virtud y la excelencia en sus actuaciones. Por eso, el cristiano nace con grandeza, pero al mismo tiempo le es impuesta, debiendo esforzarse también por alcanzarla, recordando que, como lo dijo el Señor, desde la perspectiva del reino de Dios, la grandeza se obtiene en dirección inversa a la manera en que el mundo la concibe, pues: “… el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor” (Mateo 20:26). Es por eso que Dios se dirige a su Iglesia de esta manera, con palabras que, a pesar de la grandeza que reflejan, parecen, sin embargo, caerse de su peso para los creyentes en Cristo: “para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento” (Filipenses 2:15)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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