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Cegados por la soberbia

“La soberbia da lugar a tales puntos ciegos en nuestra visión que nos blinda contra la sensatez de quien atiende advertencias”

El orgullo o la soberbia es un pecado tan destructivo e insidioso que nos ciega a las razones, a la sensatez y hasta al sentido común, a tal punto que llevó a La Rochefoucauld a declarar que:“La naturaleza ha inventado el orgullo, para evitarnos el dolor de ver nuestras imperfecciones”. Los puntos ciegos en nuestra visión son, pues, los acompañantes habituales del orgullo, que termina siendo no solo la causa de muchos otros pecados, sino el agravante de todos ellos. No se equivocó quien dijo que: “El mal genio es lo que más nos mete en problemas. El orgullo es lo que nos mantiene allí”. El libro de Los Proverbios de Salomón nos advierte solemnemente y de manera repetida que: “Con el orgullo viene el oprobio…” (Proverbios 11:2); que “El orgullo solo genera contiendas…” (Proverbios 13:10) y que “al orgullo le sigue la destrucción…” (Proverbios 16:18), siendo la demencia padecida por el rey Nabucodonosor el ejemplo más gráfico de esto, como se lo advirtió el profeta: “… Usted será apartado de la gente y habitará con los animales salvajes; comerá pasto como el ganado, y se empapará con el rocío del cielo. Siete años pasarán hasta que Su Majestad reconozca que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere…Por lo tanto, yo le ruego a Su Majestad aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez entonces su prosperidad vuelva a ser la de antes. En efecto, todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor” (Daniel 4:24-28)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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