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Cardos y espinas

“La caída dañó las relaciones armoniosas del ser humano con Dios, consigo mismo, con los demás y con la hasta cierto punto malograda naturaleza”

Como administrador delegado de la creación de Dios, el hombre estaba llamado a sostener una relación armónica y enriquecedora con Dios, con la naturaleza, con sus semejantes y consigo mismo. Pero la caída estropeó este cuadro y echó a perder estas relaciones. En primer lugar, en lo que tiene que ver con Dios, el ser humano procuró esconderse de Él, avergonzado por la culpa. En relación con sus semejantes, el hombre culpó a la mujer de su desobediencia y utilizó su mayor fuerza física para ejercer dominio sobre ella de maneras arbitrarias e injustas a lo largo de la historia. Y en relación consigo mismo, experimenta desde entonces una insatisfacción, un conflicto y un desgarramiento interno en el que su conciencia moral se ve enfrentada a los deseos de su voluntad contrarios a ella. Pero también su relación con la naturaleza en la que se halla y de la que forma parte y con el universo en general sufrió las consecuencias, pues la naturaleza y el universo también se vieron arrojados al desgaste y el deterioro que la llamada “entropía” o segunda ley de la termodinámica ponen en evidencia como algo a lo que nada puede escapar en este mundo material y que hace que el universo y la naturaleza sean en significativos casos, hostiles a él y el trabajo para subsistir se convierta en algo arduo y difícil, pues:  “Al hombre le dijo: «Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres” (Génesis 3:17-18)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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