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Segmentos

Bendición o maldición

“Ciertamente somos libres para elegir, pero al final nuestras opciones terminan siempre, de un modo u otro, reducidas a dos”

Teniendo en cuenta que fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios y que parte de esta imagen y semejanza se refleja en nuestra condición personal por la cual somos, a semejanza de Dios, seres conscientes del bien y del mal con capacidad de decisión al respecto; nuestros primeros padres, Adán y Eva, deberían entonces haber tenido la opción de elegir entre el bien y el mal, como en efecto sucedió en su momento con la prohibición de comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Y al elegir lo único que estaba mal, ellos abrieron una caja de pandora que tuvo como consecuencia que para nosotros, sus descendientes, se desplegaran ante nuestros ojos y ante nuestra voluntad una demasiado numerosa cantidad de posibilidades para hacer lo malo que nuestros primeros padres no tuvieron que padecer. Pero a la par con ello, los seres humanos en general, pero de manera concreta y especial nosotros, los creyentes redimidos por Cristo, disfrutamos de un número similar de posibilidades para actuar correctamente haciendo el bien, por lo que en último término y sin importar cuán numerosas, variadas y diferentes sean las posibilidades que se nos presentan por delante, tanto para hacer el bien como para hacer el mal, al final todas ellas se pueden reducir −como sucedió con nuestros primeros padres− a las dos que Dios sigue poniendo por delante de nosotros: “»Hoy les doy a elegir entre la bendición y la maldición: bendición, si obedecen los mandamientos que yo, el Señor su Dios, hoy les mando obedecer; maldición, si desobedecen… ” (Deuteronomio 11:26-28)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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